El bingo ha sido uno de los juegos más populares del mundo durante generaciones; de hecho, su historia se remonta a Italia en la década de 1530. Se originó a partir del juego de lotería tradicional ‘Il Giuoco del Lotto d’Italia’. Al igual que el bingo moderno, el locutor cantaba los números uno a la vez al sacar discos o hojas de papel numerados de una bolsa o caja, y los jugadores esperaban ser los primeros en completar su tarjeta para ganar. Las tarjetas de lotería utilizadas por los jugadores tenían forma rectangular con 3 filas y 9 columnas, para un total de 27 cuadros. Cada uno tenía un número entre 1 y 90, y el primer jugador en completar una fila era declarado ganador.

Desde Italia, el juego migró a Francia, donde se convirtió en el favorito de la aristocracia francesa, conocido como ‘Le Lotto’. El juego llegó a América en la década de 1920 bajo el nombre de ‘Beano’, que es lo que los jugadores gritaban cuando completaban una fila en su tarjeta. Edwin S. Lowe, un vendedor ambulante con sede en Nueva York, se encontró con el juego en un carnaval en Georgia y quedó tan impresionado que decidió hacer su propia versión utilizando un sello de goma numerador, una tarjeta de cartón y frijoles secos. Durante juegos de prueba con sus amigos, un jugador ganador grito por error ‘bingo’ en lugar de ‘beano’ después de una combinación ganadora, y el nuevo nombre se quedó. Para la década de 1940, la gente jugaba al bingo por todo Estados Unidos.